¿La persistencia de la memoria o la memorización de la persistencia?



Es cierto que no hay propósito que no se emprenda con ilusión, más tampoco es mentira que, en la gran mayoría de los casos, ya sea después de un corto o largo camino a la meta, se aborte el objetivo. Sin embargo, desde una perspectiva psicológica, este no se abandona por falta de motivación, si no por una des memorización de esta misma; es decir, con el paso del tiempo, ese estímulo que impulsaba a lograr todo cometido, va quedando en el olvido. El porqué de ello se debe a muchas razones, el principal son los obstáculos encontrados en el sendero, que generalmente recaen desde en una falta de recursos físicos o económicos, hasta baches impuestos por la sociedad.

La coyuntura que, como anillo al dedo, ejemplifica el previo tenor, es la obtención de una titulación universitaria. Para empezar, desde que se es joven, se sabe que para construir toda la infraestructura de un proyecto de vida boyante, es menester tener de cimiento una preparación académica ideal que, tras concluirla, brinde el soporte de una cédula profesional, la cual cargue todo el peso del éxito. Aseveración que detona dos cuestiones: la intención de ser un universitario egresado aparenta más una obligación nata, que una voluntad propia; a esto se le aúna que no existe advertencia escrita sobre los escollos que comprende toda esa tramitación, tales como la falta de medios para financiarla o de tiempo para terminarla, la escasez de sustento pedagógico (becas, comprensión de la administración estudiantil, etc.), e incluso la probabilidad de mostrar poco talento o desinterés por la profesión elegida.

 

Es de esperarse que la suma de estos factores resulte en una pérdida progresiva de la memoria respecto a cuál era el aliciente para acreditar una licenciatura o ingeniería. En atención a lo cual, frente al inflexible y primitivo Sistema de Gestión Académico, nace un abstraccionismo profesional que prescinde de toda cordura intelectual-formativa y propone una realidad alterna en donde la praxis sea a priori a la theoria; aunque, en contra postura a Dalí, se buscará una memorización de la persistencia, a fin de permanecer indefinidamente inspirados en los beneficios que generará un esfuerzo puesto en un proceso no convencional y con mínimos o nulos obstáculos, ya que el único requerimiento para una titulación profesional mediante esta vía, será estar laborando.

Si bien da la impresión de ser una posibilidad quimérica, se puede dar por hecho que es un abstraccionismo factible de materializar, gracias a la apertura de mentalidad de la Secretaría de Educación Pública, quien avalando y reformando su Acuerdo 286, estableció los lineamientos que regulan el derecho de las personas para acceder, permanecer y transitar por el sistema educativo nacional, a partir de la revalidación y la equivalencia de estudios. Dicho con palabras más amenas, “si ya se tiene tres años, o más, ejerciendo en una determinada área laboral, pero el trabajador no cuenta con un certificado académico, este podrá ser candidato a la titulación”.

Todo lo expuesto, pone de manifiesto que ya no hay excusas para tener una arrancada de caballo y parada de burro, siendo que será imposible olvidar el porqué se está en el trayecto, cuál es la meta y gracias a quién se pudo entrar a la competencia.

Red Educativa México pone en manifiesto todas las herramientas necesarias para lograr este objetivo. 

 

Referencias: 

Gobierno de México. Secretaría de Educación Pública. (2023). De los cambios del Acuerdo 286. Recuperado el 13 de abril de 2023, de https://www.sep.gob.mx/wb/sep1/acuerdo_286 

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