7 Tesoros Universales
Éxito, una palabra tan sencilla de pronunciar, tan compleja de entender y tan ardua de lograr. Cosecharla no es cosa fácil, a no ser el hecho de la siembra con buenos propósitos, que queda a fin de cuentas en solo buenas intenciones; ¿dónde queda entonces el abono de la voluntad y lo permisible?
Desde la época de la antigua Grecia, se consideraba al éxito como un culto
prohibido por los sacerdotes y eclesiásticos, ya que al ser un éxtasis por el
deseo de poseer un estatus máximo e inalcanzable, se le juzgaba como herejía al
querer sobresalir más que el propio Dios o cualquier deidad recurrente.
Mientras que, por otro lado, Césares y reyes consideraban al éxito como un
privilegio que únicamente los de buena estirpe podrían obtener. ¿Honor o
pecado?, pregunta que aún con evidente resolución, muchos dudan en responder,
no tanto por valor moral o ético, sino por exceso de cobardía aprensiva.
No hay hasta el momento guía, manual o instructivo que sea certeramente augurio
de gloria y triunfo, pues los niveles de conformidad ante la victoria, varían
de acuerdo al nivel de educación, raza, sexo e incluso dotes de civilización;
sin embargo, tras amoldar las situaciones y sucesos ocurridos durante un lapso
de más de 20 años, con el nivel cultural promedio de los estudiantes, he
determinado un apoyo, experimentado y comprobado por el mismísimo autor quien
por ahora comparte sus secretos para todo aquel sediento de gloria, poder y
conquista, para todo aquel cuya determinación sea ser exitoso en la vida.
He aquí, como los he nombrado, mis más preciados 7 tesoros universales.
Abundancia, exuberancia y sobre todo obcecación; ni Asmodeo lo pudo haber
descrito mejor, una obsesión bien encausada conlleva a la manía, una manía por
obtener toda meta u objetivo propuesto, siempre buscar la ofuscación del deseo
acarrea la ganancia, no importa el que dirán ni los medios empecinados; ni
siquiera una aberración sexual le llega al placer de la satisfacción. El todo
por el todo, hasta llenar el vacío.
Exceso; el abuso no siempre es un defecto, es un
privilegio que no cualquiera se da el lujo de poseerlo, porque nunca nada es
suficiente, la conformidad jamás será permitida para el dominante, aumentar los
logros sin llenar alguna vez el fondo, la inconformidad por complejo y la
opulencia por vicio.
Simonía; o como mejor se le conoce, codicia, las necesidades y pretensiones
deben sobrepasar los límites de lo ordinario y cotidiano, no hay mayor arma que
la actitud peyorativa, ¿por qué cambiar lo eterno por lo temporal?, cuando se
puede tener ambos y más.
Todo por mí y para mí, logros solo hay pocos y acreedores solo uno.
Celos;
pero nunca ajenos, es decir, amor a los propios bienes, al prójimo sin privarlo
de los suyos, pero sí deseando los tuyos. Resumiendo connotativamente y en
frase propia "la envidia es buena siempre y cuando yo la provoque".
Pero nunca presumiéndola.
Todo en su momento y lugar dado, la mejor presunción viene de la conjetura callada.
Impaciencia e impotencia; nunca es demasiado tarde para vencer y derrotar, fanatismo hacia tus ideales, tanto como para vengar las metas fallidas, sufriendo obstáculos y superándolos con rabia y grandeza.
Siendo así en conjunto y en conclusión mi último tesoro universal más preciado. Nunca nadie ni igual ni por arriba de ti.
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